Encuentra tu momento del día para estar en contacto contigo mismo/a, si dispones de tiempo, te invito a que lo hagas al atardecer si no te gusta madrugar, o al amanecer si por las tardes estás más ocupada/o.
Al principio, meditar cuesta: requiere de disciplina, de obligarnos un poco hasta que nos salga de forma natural, igual que cuando aprendíamos a leer o escribir, requiere práctica y que primero sea una tarea, para que después pueda convertirse en algo que hagamos incluso por el mero placer de llevarlo a cabo.
Aquieta tu mente, intenta estar en quietud 20 minutos al día, luego incrementa tu meditación a 30 y si te gusta mucho hazlo dos veces al día, al amanecer y al atardecer.
Cuando medites, ten presente que el hecho de pararte a respirar ya es un gran paso. Concéntrate en tu respiración y deja que los pensamientos vengan y se vayan, no te aferres a ello, date cuenta cuando estás pensando y, por favor, con cuidado, con respeto, vuelve a concentrarte en tu respiración.
La observación interna, es la más difícil de todas cuando no estamos acostumbrados/as a pararnos y escucharnos. Te invito a que pruebes un ratito de estar agusto contigo.